Sunday, April 27, 2008

Introducción

Suzanne LaGrande

Hace poco tuve la oportunidad de visitar el Museo de Escritores en Dublín, Irlanda y allí me impresionó mucho el hecho que, con la excepción de William Butler Yeats, la mayoría de los escritores irlandeses, incluyendo a George Bernard Shaw, Oscar Wilde, Samuel Beckett y James Joyce, eran expatriados. ¿Me pregunté si hubieran podido escribir con tanta verdad si se hubieran quedado en su propio país? ¿Hubieran siquiera sido escritores? tal vez sea un requisito necesario viajar y poner un poco de distancia para poder escribir sobre el lugar y la gente dónde te criaste. ¿Cómo se enriquece la perspectiva de un artista por lo vivido en su niñez, pero también por la experiencia de irse y vivir en una cultura ó lugar muy diferente del “hogar” que conoce?
Se puede situar muchos movimientos literarios a lugares geo-físicos donde escritores e artistas se congregaban para intercambiar ideas y buscar inspiración: el Renacimiento de Harlem en Nueva York en los años ’20, la Generación Perdida de París en los ’30, los Poetas “Beat” de San Francisco de los ’60. ¿Será coincidencia que muchos de esos escritores, poetas e artistas que se reunieron no eran oriundos de esos lugares, pero venían de otros? No lo creo.
Siguiendo esta tradición de escritores expatriados les presento esta colección escrito por personas de habla inglesa y expatriados viviendo en Buenos Aires. En la primavera del 2007, se convocaron para participar en “Caos Creativo” un taller de escritura creativa que dura 12 semanas que yo doy en inglés. El grupo era exclusivamente femenino, algunas de Inglaterra, una de Canadá, la mayoría de los Estados Unidos y una de Buenos Aires; algunas vivían momentáneamente en Buenos Aires y otras habían sido residentes durante años, una por 23 años. Cada semana nos reunimos para compartir y criticar el trabajo de cada una, leer y discutir el trabajo de escritores contemporáneos y mirar como nuevas obras y fuerzas evolucionaban.
Fui responsable de crear este contexto y lugar para las reuniones de los escritores. Semana tras semana, cada escritor se arriesgaba probando nuevos desafíos, y expresaba pensamientos y sentimientos que no habían tenido voz antes. Los escritores se reunían a pesar de las exigencias laborales, de pareja y de sus hijos (una nació durante la edición de este libro).
Aún cuando terminase el taller se seguían reuniendo, seguían compartiendo sus trabajos y seguían criticando, re-escribiendo y batallando – porque es una batalla – hacia la expresión de su trabajo. Woody Allen dice que el ochenta por ciento del éxito se debe a asistir. Lo que están por leer es el resultado, no sólo de la creatividad de estos escritores, pero de su trabajo y sobre todo, de su voluntad de asistir. Espero que disfruten estos nuevos trabajos por escritores expatriados en Buenos Aires y también que se deslumbren, como me paso a mí, el compromiso, coraje y creatividad que trasfonda el trabajo que hizo posible estos escritos.

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